¡¡Tengoderecho a ser infeliz!!
Desde hace cientos de años, siempre se ha asociado lafelicidad completa con el hecho de estar casado, tener hijos, ser un buenesposo o esposa, llevar una línea de fidelidad que en la mayoría de los casoscasi nunca se cumple y termina en un caótico divorcio peleándose por elcincuenta por ciento de hijo que le corresponde a cada uno. Son contadas lasparejas que conllevan un matrimonio exitoso, sin peleas, que son felices, quetienen la casa enorme con pileta al fondo y el perrito con cara de estúpido paradoen el frente de la casa, como por ejemplo, en los comerciales de los años 60. Esprácticamente inútil pensar que eso se puede siquiera asemejar en una decimaparte de lo que nuestra vida real. Puede sonar un poco cruel lo que voy acontar, pero en algunos casos, hayparejas que solo buscan el casamiento para pagar menos impuestos a lasganancias, tener mas días de licencia en su trabajo o para no ser tildado comola solterona o el raro de la familia y hacer una gran fiesta con mucha comida yalcohol como para voltear a un mamut y de paso, también toquetear por ultimavez a la prima esa que siempre estuvo buena.
El amor tiende por lo general a poner bastante tarada a lagente y le genera una especia de locura pasajera que los hace fabular con estesueño de sentarse en la playa con su amor para siempre a mirar el horizontesentados en la playa. Cuando este sueño fracasa y vemos como todo se vadespedazando a nuestro alrededor, nos encontramos por un momento, en una especiede silencio que nos aturde hasta llegar a dejarnos sordos. Nos quita lasfuerzas de las piernas y nos hace caer al piso con el dolor que solo uno mismolo puede entender, como es el dolor de la decepción. Nos sentimos como si nohay nada mas importante en ese momento mas que hundirnos en una profunda depresióncomo si eso nos hiciera volver a la persona que amábamos. Perdemos la confianzaen nosotros mismos para volver a retomar nuestras vidas, nos bloqueamossentimentalmente y no permitimos que nadie entre en nuestros corazones mas queel viejo recuerdo doloroso de ese amor. Pero ya dije basta. Basta de amargarmela vida pensando en gente que no lo vale, de perder el tiempo en pensar si estapensando en mi, en que si vi a esta persona con alguna prenda que le regale alguna vez esporque aun me ama y al dia siguiente va a volver. No nos engañemos mas anosotros mismos y dejemos de pensar en que a la vuelta de la esquina le vamos aencontrar y nos va a pedir perdón, porque cuando un amor termina, se termina ypunto. Hay que dar vuelta la pagina y continuar. Es mejor volvernos personasproductivas y enfocarnos hacia el futuro que quedar para siempre dormidos en unpasado sin porvenir.
Por eso ahora pienso en mi y en disfrutar mi vida porahora, en salir al super a comprar comida para uno, salir con amigos y tener lacantidad de amores fugaces sin necesidad de convivir ni de mantener uncompromiso con nadie cuando se me dé la gana, pensar en que no tengo a nadie aquien rendirle cuentas y volver a obtener la seguridad que alguna vez alguienme quito. Hay que pensar que por mas deprimidos que estemos, la otra persona,no va a volver y si la vida o el destino quiso que así sea, es por alguna razónde que no era lo mejor para uno. Mientras tanto, sigo soltero, me compre elpaquete de pochoclos grande para ir al cine solo, por gusto de tirarle mediopaquete a las parejitas de empalagosos que se sientan al frente de mi, que sebesan con pasión como si se quisieran comer el uno al otro, o salir con misamigas a hablar de las pavadas que hablamos siempre para olvidarnos de nuestraspenas o al menos neutralizar de alguna forma el choque. Si eso no es lo mascercano a la felicidad, déjenme ser infeliz que estoy en mi derecho.
